Pétalo de rosa

He visto al más bello salir de su pétalo de rosa, y regalarme su néctar, el cual sentí con un roce de mis labios con los suyos. Luego lo vi caminando por el borde de un rayo de sol, que iluminaba el techo de su casa de fantasías. Lo vi volar con un sueño lejano, aferrado a la ilusión de que tiene un amor. Y con los ojos cerrados, porque va confiado, de que así, le da la espalda a la angustia, y la deja de lado. Lo vi escribir en un pétalo de su rosa, un verso tan delicado y suave como el mismo pétalo, para regalárselo a su alegría y euforia. Vi como armaba una escalera hecha de sueños y tranquilidad para poder llegar a la esperanza de los ojos de su amada. Vi como tejía con hilos de jazmín una melodía pacífica para que ella, siempre la lleve en sus oídos. Juntó mucha paciencia, que la encontró debajo del ala de un pájaro que llevaba ramitas para su nido, y con la corteza del nogal armó una llave para abrir la puerta de su corazón y una vez abierta, ya no era una llave, sino solamente un pedazo de corteza del nogal. Quiso trepar a la copa de un árbol, para ver el paisaje de los cabellos de su amada. Pero no quiso ser vanidoso, entonces bajó del árbol, y se puso a la altura de la joven, la cual recogía música, amistad y pasión de una rama del árbol de la felicidad.

El joven se acercó y empapó sus ojos con la mirada de la doncella. Extendió sus brazos, y le ofreció su vida a cambio de su amor. Ella cerró los ojos, y una luz salió del pecho del joven que impulsó a la muchacha hacia atrás. Él le dio las gracias y luego se desvaneció. Ella se dio vuelta y a duras penas aventuró hacer una mueca de tristeza y desahogo y luego desapareció entre la nebulosa.

La joven doncella se hizo inmortal pero incapaz de amar.

Marzo del 2004 y Enero del 2006