La caída
Es un caminar, no sabe a dónde, pero ella camina, con los hombros caídos y la mirada devastada. No busca un destino.
Escucha el silencio que le zumba en los oídos y sus pies se despegan del suelo, siempre en silencio, siempre lento.
Ella está sola, no puede ver a nadie. Ella está cansada, camina con los ojos cerrados y escucha voces, algunas tristes, otras aún más tristes. Existen voces felices, pero ella sólo conoce las melancólicas.
Se detiene y pide ayuda. La gente la ve, pero no la entiende. Ella no puede verlos, pero nota su andar y su falta de interés. Ella no puede ver pero se lanza sola, como siempre.
Alguien la golpea y ella cae, nadie se detiene.
Ella logra ver aunque oscuro y negro; al final los que no ven son los otros.
Escucha el silencio que le zumba en los oídos y sus pies se despegan del suelo, siempre en silencio, siempre lento.
Ella está sola, no puede ver a nadie. Ella está cansada, camina con los ojos cerrados y escucha voces, algunas tristes, otras aún más tristes. Existen voces felices, pero ella sólo conoce las melancólicas.
Se detiene y pide ayuda. La gente la ve, pero no la entiende. Ella no puede verlos, pero nota su andar y su falta de interés. Ella no puede ver pero se lanza sola, como siempre.
Alguien la golpea y ella cae, nadie se detiene.
Ella logra ver aunque oscuro y negro; al final los que no ven son los otros.
1 Webos en la Canasta:
muy cierto, pero muy triste
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